Rompe mi vida de ajedrez
el sueño plateado de una noche blanca.
Canta el silencio de un bosque sin luz
que un aroma tibio empaña mi calma.
Suave murmura el tigre sediento
al agrio sabor de una foto que fue
lirio y jazmín pero que hoy solo es
árbol caído y lágrima fiel.
Ángel dormido entre espuma y arena,
alas cansadas de tanto volar.
Rojos los ojos, blancas las manos,
gris esa alma que fue flor de azahar.
Rompe mi vida de azúcar quemada,
rasga la piedra de miel de mi ser,
dame la espalda y olvida mi nombre
que no olvidarás este ingenuo querer.