El mundo ruge en un profundo abismo
y nadie oye.
Todos caminan suspendidos en sus nubes
que son mentiras, que son reproches.
Su ombligo buscan,
su ombligo besan,
su ombligo adornan.
¡Qué cruel la vida!
El venerado no aporta nada,
solo bloquea.
No ve adelante,
y se golpea,
y se golpea…
con las paredes,
con las personas,
con las estrellas…
mira su ombligo
y se golpea,
y se golpea.
Las estadísticas nos desalientan:
uno entre miles logra salvarse de esta ceguera.
Todo a mi lado,
y no me excluyo,
pide un respiro:
alguien que luche
y que nos salve
del cruel destino.
Todos cobardes somos testigos,
nadie hace nada.
Siente uno el golpe,
siente uno el frío,
y mira su ombligo.