La toma de decisiones, el lugar desde el cual las tomas, hace una gran diferencia en los resultados que obtienes. En la vida estamos tomando decisiones todo el tiempo. Pueden ser decisiones importantes como dónde vivir, qué estudiar o si quieres tener hijos o no. O decisiones que parecen insignificantes como mirar televisión, comer esto o aquello, o cuánto ejercicio hacer. Muchas de las decisiones las tomamos de manera casi inconsciente, a veces porque la cultura en la que estamos inmersos o nuestro entorno nos llevan a creer que eso es lo correcto. Pero, ¿qué pasa si realmente haces una pausa y piensas unos minutos en lo que estás eligiendo?
¿Realmente te acerca más a tus objetivos o a la persona que quieres ser? ¿Te hace feliz?
Tal vez te satisfaga a corto plazo, pero sabes que a la larga no será beneficioso para ti. ¿Tomas esa decisión porque es más fácil, o porque es lo que otros esperan que hagas?
Tener conciencia de las decisiones que tomas, y por qué o para qué eliges esto o aquello, te pone en un lugar de poder. Y también de responsabilidad. Tú sabes que la comida chatarra no es buena para tu salud y puedes elegir conscientemente comerla. Ahora, si lo que quieres es adelgazar algunos kilos sabes que ese “gusto” a corto plazo no te acerca a tu objetivo. Tú quieres tener un negocio exitoso y sabes que para lograrlo debes formarte y dedicarle tiempo. Puedes elegir quedarte “mutando” frente al televisor o hacer lo que tienes que hacer. La decisión es tuya.
Para hacer cualquier cambio, es importante tomar conciencia de que no somos víctimas. En alguna medida, somos responsables del lugar en el que estamos y de las decisiones que nos trajeron hasta aquí. Por lo tanto, somos dueñas de nuestro destino y de las decisiones que tomemos de ahora en más, que definirán nuestro presente y nuestro futuro.