Tal vez un día te miraste al espejo y no lograste reconocerte en la mujer que reflejaba. Quizás sientas que has descuidado tu aspecto o has perdido el interés en arreglarte. Tal vez tu cuerpo cambió porque fuiste mamá, porque tuviste una enfermedad o simplemente porque los años y las experiencias vividas han dejado huellas.
Pero para disfrutar de la vida, es importante aceptarse y amarse como una es hoy, con todas las “imperfecciones” que puedas tener, muchas de las cuales no son tales, sino que responden a las expectativas de los demás o de lo que se ve en los medios. Los estereotipos de belleza actuales no hacen más que generar insatisfacción y hacernos cuestionar nuestro valor.
Por eso es tan importante trabajar en nuestra autoestima y aprender a no ceder nuestro poder. Nuestro cuerpo es la principal herramienta que tenemos para transitar por la vida y, por más “espiritual” que seas, sin él difícilmente puedas hacer mucho. Así que es tu responsabilidad cuidarlo y amarlo.
En lo que respecta a la imagen que proyectas, es importante entender que hay cosas que puedes cambiar, si quieres, y cosas no puedes cambiar y debes aceptar. Si no te gusta cómo luce tu cuerpo porque subiste de peso, por ejemplo, puedes mejorar tu alimentación o hacer más ejercicio para perder algunos kilos. Pero esta decisión tiene que nacer de ti, más por cuestiones de salud que de estética, y sin duda, no para cumplir con expectativas de otros.
Puedes cambiar tu estilo o arreglar tu cabello de manera diferente. Incluso puedes contratar un asesor de imagen para que te ayude a resaltar tus mejores atributos y sentirte más a gusto con tu imagen (¡en esto te puedo ayudarJ!). Pero difícilmente puedas lucir como una modelo de 1,80 m si te faltan 20 cm, o tener naturalmente la piel lisa de una niña de 10 si tienes 55. Intentarlo solo te generará frustración y puede llevar a diferentes grados de depresión. Por eso es tan importante la palabra “aceptación”. Aceptar lo que no puedes cambiar es el primer paso para amarte completamente y eso, sin duda, es la base para empezar a construir todo lo demás, para una vida feliz y plena.
Cuando te sientes hermosa, irradias una energía que contagia a los demás, una energía expansiva que actúa como un llamador de cosas buenas.
¿Por qué ir por la vida sintiéndote un patito feo si eres un cisne?